Los avances tecnológicos nos hace que nos planteemos determinadas cuestiones que según donde se ubiquen las consecuencias son distintas.
Un claro ejemplo lo tenemos en esta noticia
El reconocimiento facial es una de las revoluciones tecnológicas de la última década, presente en nuestro día a día pretende estarlo aún más, por ejemplo, siendo el añadido perfecto para las cámaras de vigilancia.
Existen determinados países como China que si que está permitido la instalación del reconocimiento facial en las cámaras de vigilancia ya existentes y en pocos segundos son capaces de reconocer una cara en medio de una multitud, en cambio en países más democráticos donde los derechos a la protección de datos de los individuos está mucho más arraigado se plantean dudas sobre si se debe permitir o no.
Toda estos avances tecnológicos requieren de regulaciones por parte de los estados y no siempre van a la misma velocidad por lo que existen muchas lagunas legales.
Independientemente de la prohibición o no del uso del reconocimiento facial lo que verdaderamente es sorprendente es cómo a través de un software se pueda llegar a tal reconocimiento y como a través de algoritmos es capaz de reconocer patrones en las facciones de la cara.
Los técnicos que trabajan en esta tecnología alimentan las bases de datos (donde el software compara patrones y aprende) con imágenes. Cuanto más completa sea la base de datos mejores resultados se obtienen.
En definitiva estamos en la era de la Inteligencia Artificial que cambia todas las perspectivas hasta ahora conocidas adentrándonos en un mundo apasionante y a la vez inquietante que según su uso en determinadas circunstancias pueden ocasionar daños inimaginables según en las manos de quienes estén o muy útil en el caso de vigilancia en las calles que permitan identificar a delincuentes, terroristas facilitando así las labores policiales.
Estas decisiones les corresponden tomarlas a las autoridades teniendo en cuenta todos los pro y los contra pero lo que está claro que el avance tecnológico es inevitable y la prohibición o no de utilizarla en determinadas circunstancias no mermará su desarrollo.